¿Por qué soy ‘farnesiano’?

Desde pequeño siempre me llamó la atención el mundo militar, curiosidad que fue creciendo durante la adolescencia y siguió y siguió. Pasaron los años, y en mi último año de carrera, me vi en la situación de tener que escribir un reportaje extenso sobre algo, tema libre. Y en la Semana Santa de 1996, me enteré de que el Regimiento Farnesio, el de Caballería más antiguo de España, iba a ser «desactivado». Por intermediación de un conocido, un día de abril me presenté en el regimiento en Valladolid, en su cuartel «Conde Ansúrez» de la carretera de Madrid -otro día escribiré sobre ese cuartel- a ver qué me contaban.

Allí reinaba un ambiente de desolación, de tristeza por lo que se iba, aunque los pocos que ya iban quedando le ponían buena cara al pésimo tiempo. Yo escuché, observé, me hice mi composición de lugar, lo trasladé a mi texto reportajeado, me pusieron buena nota en la facultad y se lo envié a Miguel, el teniente coronel que mandaba Farnesio en aquel momento; y a Laureano, el suboficial mayor. Supe que mi trabajo les había gustado, hasta el punto de que lo fotocopiaron para repartir entre todos aquéllos que estaban «cerrando» Farnesio.

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Éste soy yo, en San Gregorio (Zaragoza) Foto: Carlos Molero

Al cabo de unos meses, me propusieron que les echase una mano para elaborar una pequeña publicación que resumiese lo que había sido el Regimiento Farnesio. Esa propuesta trajo consigo para mí entrar en contacto de manera cotidiana con los militares que mantenían viva la llama del regimiento, convertido desde el 1 de enero de 1997 en lo que se denominaba Núcleo de Control de Material «Farnesio» 12, en el acuartelamiento «San Isidro» de Valladolid. Y también, que la pequeña publicación se transformase en un libro, «Lanceros de Farnesio. Historia del Regimiento de Caballería más antiguo de España», que conseguiríamos que nos publicase la Diputación de Valladolid en el año 2000. Y que me decidiese, ¡sería por falta de tiempo!, a crear una página web totalmente amateur y no oficial sobre el Regimiento, en 1998; y por cuya última versión estás ahora navegando.

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Para mí esa investigación en 1997 fue una bendición, pues me permitió mantenerme ocupado los meses previos a encontar un trabajo como periodista, que para eso había estudiado la carrera. Así que nunca tendré suficiente para pagar el cariño y la camaradería con la que siempre me acogieron en el núcleo Juan Gallardo, Sanluis, Manolo Guerra, Fernandito Jiménez, Escudero, Villafañe, Toribio… Y también Rafa Enciso, que estaba en el núcleo de otro Regimiento, el Almansa, que ya no existe. Y tantos otros…

Pasaron los años, jalonados de conversaciones en la cantina (la S-5) de «San Isidro», donde progresivamente me iba sintiendo un poco como en casa, conociendo de cerca a los militares: su manera de entender los desafíos, sus preocupaciones, sus cosas buenas y sus cosas menos buenas -que también las hay-. Adentrándome en su idiosincrasia, en sus maneras, en su jerga; en definitiva, derribando los mitos de la infancia y la juventud para construir un sentimiento de sincera admiración por hombres y mujeres dispuestos a darlo todo, hasta lo más valioso, por España.

Desde luego que el año 2003, supuso un cambio radical, un paso adelante definitivo en mi relación con el Regimiento de Caballería «Farnesio» 12. Traslado a la Base Militar «El Empecinado», a las afueras de Valladolid; y allí, su reactivación como Regimiento de Caballería Ligero Acorazado, de la División Brunete. Vamos, que el Farnesio volvía a la vida, ¡y de qué manera!

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De nuevo en San Gregorio (Zaragoza), en el ejercicio Sirio del año 2006. Foto: RC «Farnesio»12 

Y llegó el día, ése en el que por primera vez pude ver, en el campo, qué era un regimiento de Caballería. Octubre de 2004, en el campo de maniobras de San Gregorio (Zaragoza) Aún recuerdo el trayecto entre el ‘Papa Charlie’ desde el que Pedro mandaba el  Regimiento al vivac del Grupo Ligero -que mandaba Jorge-, a bordo de un VEC del primer escuadrón ligero, para lo que se ofreció a llevarme su capitán, Luis. El cielo completamente azul, la brisa acariciándome la cara mientras sentía cómo la vibración del motor se desparramaba desde los pies por todas mis entrañas en la torre del blindado. Entre frenazos, baches, botes y acelerones, apenas podía creer estar viendo aquello, cómo una sección ligera se ejercitaba en una rotura del contacto, cómo el pelotón de carros pasaba a vanguardia para simular hacer fuego sobre el enemigo y permitir el repliegue de los VEC.

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En el ejercicio León Combativo (2008) Foto: RC «Farnesio» 12

Desde aquel día, experiencias parecidas las he disfrutado unas cuantas veces, seis o siete, u ocho, no estoy seguro, tanto en San Gregorio como más cerca de casa, en el campo de maniobras de Renedo – Cabezón. Y he estado con el Regimiento en Galicia mientras los soldados de Farnesio limpiaban las playas que llenó de petróleo el «Prestige»; y ‘patrullando’ el trazado del AVE en Madrid y Ávila después de los atentados del 11-M. He dormido -o al menos lo he intentado- al raso, o apoyado en el tren de rodaje de un M-60, o en la caja de un camión Pegaso, o dentro de una tienda iglú… No he pasado más frío en mi vida que una madrugada del ejercicio «Dureza Constante» en San Gregorio (2007), metido en la caja de un Patrol a las 04:00 horas con el cierzo soplando a rabiar mientras esperaba a ver el despliegue de un puente de zapadores que facilitase el cruce de un obstáculo por parte de un escuadrón ligero acorazado de «Farnesio».

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Con Andrés, viendo hacer fuego a una batería de Artillería en San Gregorio (2008) Foto: RC «Farnesio» 12

El Regimiento me ha nombrado Lancero de Honor de Farnesio, el primer civil así titulado, lo que supone para mí un orgullo sin par. Y en 2013, completamos otro libro sobre el Regimiento, gracias a mi amigo Lucas y su editorial Gallandbooks. Este nuevo, se titula «Altas las frentes y alto el corazón» -con portada del genial Augusto Ferrer-Dalmau-, y lo puedes ver aquí:

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Si estás interesado en el libro…

Confío en que ya, con el paso de los años, en Farnesio no me vean como un bicho raro -¡es broma, no os lo toméis a mal!-, y se hayan acostumbrado a mis idas y venidas y a mis «chaladuras». A veces hasta los coroneles me alistan para ir a hablar a los hombres y mujeres, a los jinetes del Farnesio, del regimiento del que forman parte, de ese muy respetable viejo tercio de Hessen-Homburg.

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La última de mis charlas, por ahora, en Farnesio (marzo de 2017) Foto: RC «Farnesio» 12

Yo, para Farnesio, siempre estaré. Buena parte de lo que soy, de mi manera de afrontar los desafíos de la vida cotidiana, de hacer frente a los imprevistos, lo he ido aprendiendo de esta gente de uniforme, que luce el emblema de las lanzas y los sables cruzados; y que siempre, siempre me han tratado genial, con respeto, con cariño, con amabilidad y camaradería. Va por ellos: REGIMIENTO FARNESIO.

 

 

 

4 comentarios en “¿Por qué soy ‘farnesiano’?

  1. Jesus Truchuelo

    Carlos, querido amigo, el Regimiento Farnesio te debe muchísimo. Muchísimo más que una medalla, o que unas breves palabras como estas, o que una palmadita en la espalda. ¡Qué bueno que ya varias «generaciones» de farnesianos te hayan mantenido, aunque sin rancho ni nómina, en lista de revista!. Gracias por tu labor de darnos a conocer, de mantener nuestro espíritu farnesiano, por tus increíbles fotos, y por tu amistad. Jesús Truchuelo.

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  2. Amigo Jesús, usaré la locución latina, «do ut des», para intentar responder a tus amables, cariñosas y entrañables palabras. Yo pongo mi mejor intención, pero enfrente hay un REGIMIENTO que me lo ha dado todo. Buenos ratos de charla nos hemos pasado alrededor del Farnesio y de la vida en general en aquellos buenos años en Valladolid, ¿eh?

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